La literatura es el arte que utiliza como instrumento la palabra. Por extensión, se refiere también al conjunto de producciones literarias de una nación, de una época o incluso de un género (la literatura griega, la literatura del siglo XVIII, la literatura fantástica, etc.) y al conjunto de obras que versan sobre un arte o una ciencia (literatura médica, literatura jurídica, etc). Es estudiada por la teoría literaria.

 

En el siglo XVII, lo que hoy denominamos «literatura» se llamaba poesía. Durante el Siglo de Oro español, por poesía se entendía cualquier obra literaria, perteneciente a cualquier género y no necesariamente en verso. A comienzos del siglo XVIII se comenzó a emplear la palabra «literatura» para referirse a un conjunto de actividades que utilizaban la escritura como medio de expresión. A finales del siglo XVIII, el significado del término literatura se refiere a las obras literaria. En Inglaterra, en el siglo XVIII, la palabra «literatura» no se refería solamente a los escritos de carácter creativo e imaginativo, sino que abarcaba el conjunto de escritos producidos por las clases instruidas: cabían en ella desde la filosofía a los ensayos, pasando por las cartas y la poesía. Se trataba de una sociedad en la que la novela tenía mala reputación, y se cuestionaba si debía pertenecer a la literatura. Por eso Eagleton sugiere que los criterios para definir el corpus literario en la Inglaterra del siglo XVIII eran ideológicos, circunscritos a los valores y a los gustos de una clase instruida. No se admitían las baladas callejeras ni los romances, ni las obras dramáticas. En las últimas décadas del siglo XVIII apareció una nueva demarcación del discurso de la sociedad inglesa. Eagleton nos cuenta que surge la palabra «poesía» como un producto de la creatividad humana en oposición a la ideología utilitaria del inicio de la era industrial. Tal definición la encontramos en la obra Defensa of poetry (1821) de Shelley. En la Inglaterra del Romanticismo, el término «literato» era sinónimo de «visionario» o «creativo». Pero no dejaba de tener tintes ideológicos, como en el caso de Blakey Shelley, para quienes se transformó en ideario político, cuya misión era transformar la sociedad mediante los valores que encarnaban en el arte. En cuanto a los escritos en prosa, no tenían la fuerza o el arraigo de la poesía; la sociedad los consideraba como una producción vulgar carente de inspiración.

 

Ahora os mostramos un pequeño poema de Francisco de Quevedo, que habla sobre la vida.

 

Francisco Gómez de Quevedo, nació en Madrid, el 14 de septiembre de 1580; y murió en Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, el 8 de septiembre de 1645.

Fue un escritor español del Siglo de Oro. Se trata de uno de los autores más destacados de la historia de la literatura española y es conocido por su obra poética.

Ocupo los títulos de señor de La Torre de Juan Abad y caballero de la Orden de Santiago.

 

La vida empieza en lágrimas y caca,

luego viene la mu, con mama y coco,

síguense las viruelas, baba y moco,

y luego llega el trompo y la matraca.

 

En creciendo, la amiga y la sonsaca:

con ella embiste el apetito loco;

en subiendo a mancebo, todo es poco,

y después la intención peca en bellaca.

 

Llega a ser hombre y todo lo trabuca;

soltero sigue toda perendeca;

casado se convierte en mala cuca.

 

Viejo encanece, arrúgase y se seca;

llega la muerte, y todo lo bazuca,

y lo que deja paga, y lo que peca.